Así combatían el calor los antiguos romanos y otras civilizaciones durante el verano abrasador

No podemos concebir pasar el verano sin suministros de bebidas frías en el frigorífico y el aire acondicionado a tope, y quien no tiene uno, simplemente pasa el tiempo en lugares donde esté aclimatado o simplemente enciende todos los ventiladores posibles.

Quien le sabe un poco más y se anticipa, hasta aplica aislante térmico en sus tejados, a fin de repeler los rayos del sol lo más posible y mantener las habitaciones de las casas lo más frío posible, pues ¿a quién se le ocurriría salir en con tremendo calor?

Pero no todo es malo, también convierte las salidas a la playa o la piscina un total deleite para sobrellevarlo, los helados se disfrutan mejor y ya hasta existen sábanas de invierno o bolsas de agua fría que mejoran la experiencia de dormir en verano.

¿Alguna vez has sufrido un apagón de luz en plena oleada de calor? Es en ese momento cuando realmente uno se da cuenta de lo privilegiados que somos incluso teniendo un ventilador, pues cuando no hay energía eléctrica para encender todo lo mencionado, realmente se extraña mucho, se necesita.

Es aquí donde surge la pregunta, ¿cómo le hacían las personas para sobrevivir a los fuertes veranos antes de que existiera toda esta tecnología?

LEER
Aprende el arte de ocultar el router y cables para embellecer tu espacio

Algunas zonas de nuestro planeta siempre fueron calurosas, pero las civilizaciones de entonces sabían cómo manejarlo

La zona del Mediterráneo siempre fueron bastante cálidas incluso hace miles de años atrás, así que civilizaciones como la Antigua Roma también sufrían de veranos bastante cálidos.

Estamos hablando de entre 250 a.C y 400 d.C., aproximadamente, periodo de esplendor para una de los imperios más poderosos del mundo, donde vivían personajes importantes como Teofrasto, un filósofo y botánico griego (en ese entonces se podía ser todólogos).

Él fue discípulo de Platón cuando llegó a  Atenas, y tras la muerte de su maestro se acercó a Aristóteles, para luego ser reconocido como el “padre de la botánica”. En fin, pese a que se irguieron estatuas sobre él, no pudo cumplir sus sueño de plantar palmeras en Grecia.

Esto, más otra documentación que se tiene sobre Plinio, el Viejo, famoso militar romano quien descubriría que las hayas que crecían únicamente en latitudes bajas, para entonces ya habían conquistado las montañas, con esto se puede deducir que el clima del lugar era muy parecido a lo que conocemos en la actualidad.

Y es que pese a que estamos viviendo temperaturas históricas de nuestros tiempos o al menos en los dos últimos siglos, las olas de calor siempre existieron durante la historia de nuestro planeta.

LEER
¿Cómo se está enfrentando España al auge del juego?

De eso se dio cuenta Louis Agassiz, quien en 1837 presentaría los resultados de su investigación en los Alpes, demostrando que los glaciares de diferentes lugares en realidad era el mismo, desde el norte de Europa hasta Alemania y lo mismo en Estados Unidos.

Su descubrimiento sobre las eras de hielo que formaba placas de hielo que se extendían tanto como para unir continentes, también insinuaba que la tierra era sometida a eras de intenso calor que las deshicieron hasta tener el tamaño que todos conocíamos.

Y si algo es cierto, es que el clima ha variado en nuestro planeta desde antes de la llegada del ser humano. Desde el precámbrico hasta la era mesozoica, el planeta ha fluctuado su temperatura en periodo bastante largos, es decir, podían llegar a existir eras de hielo y eras cálidas que podían duras cientos de miles de años.

Todo cambio por ahí del cuaternario del cenozoico, cuando las fluctuaciones fueron bastante rápidas, podía haber eras cálidas y frías que duraban unos cuantos siglos o menos, cerrando con la era de hielo que todos conocemos.

Así que la visión del cambio climático en realidad es algo que siempre ha existido, salvo que en esta ocasión no ha sido de forma natural en donde tal vez el planeta era capaz de recuperarse, sino por la intervención del ser humano.

LEER
Cocinar fácil y barato es posible. Trucos y consejos para ahorrar tiempo y dinero en la cocina

Así que, los veranos que se pudieron vivir en civilizaciones antiguas como el Imperio Romano, no dista mucho de los calores que sufrimos hoy.

Los patricios que vivían en el 509 a.C. en Roma,  tenían su propia versión del aire acondicionado

Todo lo mejor se lo pueden permitir las familias más ricas, no importa el lugar o el contexto histórico, y en la Antigua Roma no era la excepción. Fue así como los más acaudalados dueños de tierras y descendientes de los fundadores, los Patricios, tenían más derechos y privilegios que cualquier otro ciudadano común.

Como era de esperarse, hasta sus casas eran diseñadas por las mejores mentes del lugar, quienes ya tenían los conocimientos necesarios para crear casas con “aire acondicionado”.

Se trata de casas con puertas, ventanas y una orientación específicamente diseñadas para aprovechar al máximo el flujo de aire natural del verano y que esta pudiera refrescarse al entrar  a la casa y así evitar calentarla más.

El truco era ubicar estos elementos justo al otro lado de la casa, al ser espacios muy amplios, cuando el aire ingresaba por las ventanas y puertas, tenía el suficiente espacio para enfriarse antes de llegar a las habitaciones.

LEER
Adiós a las cápsulas de café, las bebidas encapsuladas en algas son el futuro.

El imperio romano no eran los únicos que contaban con grandes diseñadores y edificadores, desde luego, el antiguo Egipto nos ha demostrado su poderío alzando impresionantes pirámides que por mucho tiempo fue todo un enigma resolver cómo lo hicieron.

También se han hallado estructuras egipcias que capturaban la brisa, y se trataba de un sistema de túneles verticales que atravesaban los techos, ayudando a que el aire caliente de las casas escapara hacia el exterior, recordando que el aire caliente, al ser menos denso, tiende a subir dejando el aire más fresco abajo.

Esta técnica permitía que el aire caliente no se cumulara, pero no era muy eficiente para refrescar en sí, por lo que resolvieron utilizar acueductos que rodeaban las casas de los más adinerados, literalmente bañando los muros y refrescando a su vez.

Otros lujos que se daban los más acaudalados de la antigua Roma

Los patricios y otros miembros de la alta sociedad tenían casas tan grandes y refrescantes que tenían espacios para tener una casa de hielo. Así es, ellos hacían cavar un pozo en las fincas.

Estas contaban con bóvedas como techos que aislaban térmicamente para preservar el hielo y la nieve que era traída de las montañas durante el inverno, y se alcanzaban a preservar incluso en las temporadas más cálidas.

LEER
Tesla le debe miles de euros a cliente alemán no satisfecho con el sistema de Autopilot

No hace falta decir que no eran tan eficientes como la tecnología de enfriamiento que poseemos en la actualidad, además, esclavos y animales de carga eran necesarios para traer el hielo constantemente, especialmente cuando una gran porción se perdía en el trayecto.

Algunos documentos de Plinio “el viejo” dejan testimonios que estos diseños sirvieron para mucho más, como la preservación de los alimentos y la creación del primero helado romano mezclando la nieve con frutas y miel que posteriormente se amasaba.

La clase más humilde no se podía dar el lujo de tener una casa de hielo o comer helado, pero ya tenían acceso a la compra de alimentos frescos enfriados con la nieve de las montañas.

También, quien podía también podía darse un baño con agua enfriada en verano en las termas romanas, lugar donde los romanos disfrutaban de bañarse en forma comunitaria.

En estas termas romanas al principio los ciudadanos se juntaban a bañarse con agua templada o cálida, pero con el tiempo también brindaban servicio de agua helada en albercas que llegaban hasta el hombro, el último paso luego de haber tomado un baño cálido, mejorando la salud de los visitantes.

LEER
Agricultores indios no salen de su crisis y ya reciben otro fuerte golpe

Pero estas no eran las únicas alternativas que tenían, también acostumbraban a vacacionar en lugares con clima más fresco. Especialmente los de la clase alta ya contaban con destinos exclusivos y ambientados con edificaciones elegantes, servicios de lujo y comida exquisita.

Uno de los destinos más conocidos era Bayas, un lugar fresco lleno de jardines, equipados con albercas. Como era de esperarse, era lugar de fiestas, excesos y vicios, según algunos vestigios y documentos recuperados. Incluso famosos como Séneca lo consideraba como una ciudad de los vicios, un reflejo del alma corrompida de los más poderosos del imperio.

Mientras tantos, los de la clase obrera y esclavos tenían que quedarse en Roma, una ciudad tan cálida que tenían que cancelar clases a los niños porque no podían pensar por el calor, donde las bacterias se multiplicaban causando enfermedades y el único medio para tratar de refrescarse era meterse a los ríos y ocultarse debajo de un árbol.