Facebook no tiene un respiro y ahora es acusado de afectar a la niñez y dividir a la gente

Quien tiene su rostro impreso en la portada de la reconocida revista TIME, es una persona que está dejando su huella en el mundo. Eso fue lo que descubrimos cuando todo el rostro de un joven Mark Zuckerberg acaparaba toda la portada en 2010, nombrándolo como «la persona del año», con toda la información del creador de Facebook que todos debían conocer.

Hace diez años prácticamente todos debían conocer a este empresario que estaba cambiando las reglas de cómo nos comunicamos y compartimos con personas alrededor del mundo, y si no lo conocías era porque vivías debajo de una piedra, algo vergonzoso.

Pero durante todo el camino hasta este 2021, muchas cosas han sucedido al grado de ir de un extremo al otro, ahora la revista TIMES ha publicado el rostro del Zuckerberg tapado por una ventana de confirmación como las que aparecen en los teléfonos cuando vas a eliminar una app, con el texto «¿Borrar ‘Facebook’?».

No solo se trata de una fotografía para causar polémica, más bien engloba el deseo de muchos usuarios y expertos cada vez que nos enteramos de lo que sucede detrás de la gran multinacional que poco a poco ha ido saliendo a la luz, causando que nos reformulemos si realmente deseamos seguir usando esta aplicación o no.

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Desde ‘huecos’ de seguridad y tráfico de datos, hasta la experimentación psicológica secreta y censura. Recordemos un poco lo que ha pasado en los últimos diez años.

Experimentación psicológica a usuarios sin consentimiento

Si tienes una aplicación con millones de usuarios, ¿qué más da aprovechar los recursos para hacer algunos experimentos para ver cómo reaccionan?

De esta manera tan frívola y simplona fue como seguramente al equipo de Facebook se les ocurrió utilizar a sus usuarios como meros sujetos de prueba para empezar a realizar experimentos psicológicos tal cual como meros ratones o conejillos de indias de laboratorio.

Con una disculpa de una de las ejecutivas más poderosas de Facebook, Sheryl Sandberg, fue que nos enteramos de esto en 2012, luego de haberse descubierto que usaron sin consentimiento y dignidad la mente de 700.000 usuarios para realizar test psicológicos.

Los resultados de los experimentos se publicaron en la revista científica Proceedings of National Academy of Sciences, donde mencionaron haber escondido algunas palabras emocionales en los post que aparecen en las noticias de los usuarios para ver cómo afectaba a los likes y reacciones.

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Sandberg mencionó en su discurso que todo era parte de una investigación que realizaban las empresas para probar varios productos y nada más, pero la falta de comunicación lo complicó todo, y que básicamente se disculpaba por no haberlo comunicado, más que por haber hecho tales actos anti éticos y denigrantes.

Censura de información que evidenciaba fallas en políticas de moderación de contenidos

Zuckerberg dio la bienvenida al 2016 con un mensaje inspirador y esperanzador donde mencionaba que los nuevos desafíos y oportunidades que enfrenta el mundo nos ayudarían a encontrar el valor que necesitamos para continuar progresando y hacer que todos nuestros días valgan.

Pero con el pasar de los meses el mensaje se fue distorsionando, poniendo en duda las supuestas intenciones de Facebook de ser la red social más abierta y conectada al mundo, cuando sus acciones y decisiones demostraban ser un factor divisorio en las personas.

Los usuarios notaron y denunciaron cómo la red social permitía censurar fotografías de valor histórico y daba total permiso a la transmisión de vídeos en vivo con contenidos donde se violaban los derechos humanos de las personas.

Para finales del año las cosas se habían salido de control cuando acusaron a Facebook de usar su poder para influir en las elecciones de Estados Unidos. Esto luego de descubrir que la red social filtraba los contenidos que se mostraban en favor de un partido político, mientras que toda clase de contenido desinformativos carecía de un filtro.

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Es aquí cuando una vez más fuimos testigos del monopolio que Facebook niega tener, obteniendo demasiado poder del que cualquier empresa debería de tener para que exista el balance y la justicia. Tal y como menciona el activista Robert McChesney, quien apunta que no solo se trata de una compañía tan poderosa no se trata de un asunto democrático, sino que estamos hablando de una sanguijuela que chupa la inversión capital y las ganancias de las pequeñas empresas, arruinando al mismo tiempo la dinámica sana de competitividad.

Un 2018 turbio en diversos aspectos

En Dubái las cosas se calentaban cuando activistas y periodistas acusaron a Facebook de censurarlos, catalogando sus publicaciones pacíficas como terroristas simplemente porque estaban en árabe mientras que las publicaciones de organizaciones políticas agresivas y violentas pasaban desapercibidos por el algoritmo de Facebook.

Señalaron a la empresa de su falta de compromiso con el mundo al no contar con personal que hablan lenguajes locales y que entiendan también el contexto cultural de otras naciones que causaron graves problemas diplomáticos en países en una situación delicada como Emiratos Árabes Unidos.

Pero si no nos enteramos de esto, seguramente fue porque el escándalo de Cambridge Analytica fue la que más resonó ese año luego de que ex empleados sacaran a la luz la existencia de una herramienta que ayudó a Donald Trump a llegar a la Casa Blanca en 2016.

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Cambridge Analytica era un algoritmo que recolectó información personal de más de 50 millones de usuarios de Facebook para crear perfiles psicológicos para orquestar campañas políticas online para influir en el voto de las personas y así darle la victoria a Trump.

Un suceso que pareciera sacado de ciencia ficción que muchos pusieron en tela de juicio hasta que revelaron ‘The Cambridge Analytica Files’, paquetes de documentos que mostraba explícitamente cómo Trump efectivamente utilizó a Facebook como una catapulta a la presidencia manipulando a las personas.

Luego nos enteramos de Facebook quiso fortalecer aún más su monopolio y poder a nivel global comprando a WhatsApp, esto mencionando que supuestamente estaría desconectado de Facebook en cuestiones de recolección de datos de los usuarios.

¡Aquí vamos de nuevo! El escándalo de ‘The Facebook Files’

Hasta ahora hemos solo rosado la punta del iceberg de todos los problemas que tienen a Facebook hasta el cuello mientras nosotros disfrutamos de darle likes a las publicaciones de nuestros amigos.

Ahora hay un nuevo escándalo con la llamada ‘The Facebook Files’, un documento que fue filtrado por la ex directora de producto de Facebook, Frances Haugen, quien dio a conocer el informe de manera anónima luego de revelar su identidad y acusar a la empresa de fomentar contenidos divisorios.

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Ahí se muestra los intentos débiles y despreocupados de la aplicación de prohibir contenidos relacionados con ventas de órganos, pornografía, drogas, tráfico de personas y violencia a grupos vulnerables que supuestamente están prohibidos pero que no han hecho lo necesario para verdaderamente eliminarlos.

Haugen escaló la denuncia hasta el Senado, en cuyas declaraciones mencionan que sus intenciones es la de desvelar el daño que provoca Facebook a la juventud y la democracia del país, todo desde la incapacidad de la aplicación de poder controlar de forma precisa lo que se le muestra a los usuarios.

También revela que en el núcleo de Facebook no existe un algoritmo centralizado por un solo departamento, es decir, que permita controlar, dar seguimiento y mejorar estos filtros, sino que los modelos de aprendizaje del algoritmo basado en IA son agregados de forma manual por los ingenieros para cumplir objetivos específicos.

¿Qué significa esto? que el algoritmo que debe proteger a las personas no son un cerebro que controlan todo minuciosamente, con los mismos valores y mesura. Más bien son un montón de cerebros tratando de hacer que las cosas funcionen, pero al no estar de acuerdo o tener una nula comunicación entre ellos, eso provoca huecos e incluso conflictos entre ellos, dando como resultado un algoritmo torpe y poco eficiente.

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Esto prueba que Zuckerberg no tiene un control real sobre sus algoritmos como ha hecho creer. Sus deseos de unión, conectividad y libertad están basados en eso, solo meros deseos y no en una tecnología tangible y funcional.

Fue esta la gota que derramó el vaso para Haugen, quien decidió renunciar a Facebook cuando se enteró de que el equipo que manejaba las cuestiones éticas y cívicas de la aplicación fue disuelto. Para ella, esto significó que el «progreso» de Facebook era para su propio beneficio, dándole la espalda a su deber de servir a las personas.