Estamos en una era donde cada vez somos más conscientes del impacto negativo de tener un automóvil a gas, no solamente porque es causante del cambio climático por el calentamiento global, también porque la reciente alza de precios del combustible ya no está haciendo más asequible que un carro eléctrico.
Para quienes vivimos en las ciudades, siempre habrá la opción de circular con otros medios de transporte público como el subterráneo, trenes, autobuses y más, incluso optar por hacerse de un vehículo pequeño como una motocicleta o bicicleta.
“Qué fantástico sería si dejaran de comprar carros y optaran por el transporte público, renuncien a su comodidad por el bienestar del mundo”, es lo que comúnmente pensamos de los autos particulares donde sólo se transportan trabajadores que van a la oficina o familias.
Pero no estaríamos viendo todo el panorama, pues de hecho existe una exclusión social en Europa que se ha venido estudiando por más de dos décadas, incluso naciendo un nuevo término: “propiedad forzosa de automóvil”.
La propiedad forzosa de automóvil es una realidad incluso para las personas de escasos recursos
¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas en estado de pobreza pueden permitirse un automóvil con todo y los gastos que conllevan? La respuesta rápida es porque básicamente es su medio de sustento.
La Propiedad Forzada de Automóviles (FCO, por sus siglas en inglés) es el término que las autoridades han puesto a esa situación donde los hogares ingresos muy bajos se hacen de un automóvil para obtener ingresos, al grado de incluso contar con varias unidades.
Esto conlleva gastos adicionales bastante elevados entre impuestos, mantenimiento y desde luego el combustible que cada día está más caro, aunado con los gastos del hogar y la familia que pueden poner en aprietos a este sector poblacional.
Sin embargo, básicamente no pueden permitirse dejar sus automóviles al ser su único medio de sustento, ya sea porque viven a grandes distancias de los lugares donde laboran o comercializan, es la forma en que trasladan su equipo para trabajar, etc.
Los estudios realizados en el Reino Unido y Alemania donde más se da esta situación, ha arrojado que el FCO ha formado parte de la dinámica de la sociedad, donde estas familias difícilmente pueden salir de este patrón donde se les excluye socialmente, se les niega el material y viven un calvario en términos de la economía del hogar.
Alrededor del 6,7% de las familias en el Reino Unido viven esta realidad, al igual que el 5,1% en Alemania son dueños de automóviles de forma forzosa debido a esta dinámica o patrón del que difícilmente podrían salir.
El conflicto en Ucrania ha venido a dar el golpe de gracia a las familias FCO
Todos estamos resintiendo el duro golpe de las alzas de precios en combustibles, una de las más grandes consecuencias de esta guerra para el resto del mundo, donde hemos tenido que sacrificar algunas comodidades para poder preservar la comodidad de transportarnos en nuestros vehículos.
Pero para los FCO esta alza podría significar la diferencia entre llevar la comida a la mesa a sus hijos o no, en poder salir de alguna deuda, tener calefacción en invierno o privarse de un servicio imprescindible como la salud.
Debido a la naturaleza de estas familias, la mayoría ya presentan una tendencia a los impagos o a requerir préstamos para poder dar mantenimiento a sus carros, y con el aumento de la gasolina ahora es mucho menos probable de que puedan permitirse salir adelante si alguna vez tuvieron la oportunidad.
Tan solo hay que ver las oportunidades de estas familias, por ejemplo en el caso de uno de los países más pobres en Europa, Portugal, cerca del 10% de su población vive con el salario mínimo de 705 euros.
Si estas familias son FCO, esto significa que para un auto promedio (50 litros aproximadamente), necesitarían desembolsar 90 euros (por ahora) cada tanto, contando con cerca de 600 euros para poder subsanar otros gastos vehiculares y poder mantener a la familia, si es que no se necesita cargar más combustible.
En España la situación no es nada diferente, alcanzando la gasolina ya los 95 octanos, con un precio promedio de 1,680 euros por litro, mientras que gasóleo también se acerca peligrosamente a esa cifra, y los números no cederán por el momento.